La complacencia de la justicia bushista con Donald W. Keyser, Lawrence A. Franklin, Leandro Aragoncillo y otros confirmados espías introducidos en la alta administración de Estados Unidos tiene poco que ver con la brutalidad del tratamiento reservado a los Cinco, que ni en sueño se acercaron a un documento clasificado del gobierno norteamericano. Hace falta recordar cómo, violando todas las normas penitenciarias y los convenios internacionales contra la tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes, el jefe del FBI de Miami, Héctor Pesquera y sus cómplices de la Fiscalía, mantuvieron a los Cinco en confinamiento solitario durante 17 meses consecutivos después de su arresto.
Y cómo el general Clapper, ex jefe de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa; el general Charles Wilhelm, ex comandante en jefe del Comando Sur; el general Edward Atkeson, ex vicejefe del Estado Mayor del Ejército para Inteligencia; el almirante Eugene Carroll, ex vicejefe de Operaciones Navales, y el coronel George Buckner, ex oficial del Comando del Sistema de Defensa Aérea de Norteamérica, todos rindieron testimonios descartando la posibilidad de que los Cinco se hayan acercado, ni de lejos, a informaciones de algún valor estratégico.
Después de un juicio trucado en una ciudad dominada por la mafia terrorista cubanoamericana, los Cinco heredaron cuatro cadenas perpetuas más 75 años de cárcel... por vigilar a las redes terroristas que apadrinaron a Luis Posada Carriles y su pandilla que, desde Miami, y a menudo con la complicidad de la CIA, del FBI, del Departamento de Estado y de la propia Casa Blanca, se dedican a conspirar contra Cuba.
Y cómo el general Clapper, ex jefe de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa; el general Charles Wilhelm, ex comandante en jefe del Comando Sur; el general Edward Atkeson, ex vicejefe del Estado Mayor del Ejército para Inteligencia; el almirante Eugene Carroll, ex vicejefe de Operaciones Navales, y el coronel George Buckner, ex oficial del Comando del Sistema de Defensa Aérea de Norteamérica, todos rindieron testimonios descartando la posibilidad de que los Cinco se hayan acercado, ni de lejos, a informaciones de algún valor estratégico.
Después de un juicio trucado en una ciudad dominada por la mafia terrorista cubanoamericana, los Cinco heredaron cuatro cadenas perpetuas más 75 años de cárcel... por vigilar a las redes terroristas que apadrinaron a Luis Posada Carriles y su pandilla que, desde Miami, y a menudo con la complicidad de la CIA, del FBI, del Departamento de Estado y de la propia Casa Blanca, se dedican a conspirar contra Cuba.
Tomado del Granma: